Como “sangre de doncella”

Harpalyce macrocarpa o “sangre de doncella”, es una de las 50 plantas más amenazadas de Cuba. Enma Torres lidera un interesante proyecto para salvar esta especie amenazada.

 

Fecha: 04/04/2019

 

Proyecto: Conservación de bosques de galería en serpentinas de Cuba Central.

Fotos: Ignacio Díaz, Enma Torres y Arnaldo Toledo.

 

Cuentan los pobladores más viejos de San Felipe que hace muchos años, entrada la primavera, la sabana que rodea al pueblo se veía roja como “sangre de doncella”. Las flores de Harpalyce macrocarpa reclamaban la atención no solo de los abejorros que las polinizan sino también de todos en la comunidad. Cuesta creer que en aquel paisaje vibrante hoy solo queden tres pequeños árboles de Harpalyce macrocarpa. Pero aún no es tarde para rescatar aquella vasta leyenda. Con solo tres ejemplares nos proponemos devolverla al presente de todos los cubanos.

Enma (a la derecha) examina las flores de Harpalyce macrocarpa en San Felipe junto a voluntarios de Planta!

La bella doncella

Harpalyce macrocarpa es una planta exclusiva de Cuba Central. Es una fabácea, familia del frijol, pero infinitamente más vistosa. Sus grandes flores rojas, naranjas o incluso amarillas, se agrupan en racimos que cubren casi toda la planta y la hacen resaltar dentro de la vegetación. La planta llega a los 4 metros de altura y siempre crece junto a arroyos que son su abrevadero natural.

 

Sus flores vistosas son polinizadas por aves y abejas carpinteras, pero a pesar de tan exitoso reclamo este proceso no se realiza eficientemente, disminuyendo la producción de frutos y semillas. El ciclo de vida de la planta entonces no se completa, y es ahí donde el equipo de Planta! puede marcar la diferencia.

Las vistosas flores son visitadas por aves y abejas que las polinizan.

Harpalyce macrocarpa puede tener flores rojas, naranjas o incluso amarillas.

Tras el color en la distancia

“Es solo una ilusión óptica”, me dice Faife cuando el color rojo nos atrae desde lejos. Vamos algo escépticos en busca de plantas florecidas, ya que hace un mes, debido al intenso calor, estaban sin flores. Avanzamos kilómetros entre altas hierbas resecas que dificultaban el paso, mientras el resplandor nublaba la vista. El bosque de galería donde crece Harpalyce macrocarpa se encuentra bastante degradado por la actividad humana, y el cauce del río que bordea es muy estrecho debido a la sequía.

Enma y sus colegas realizan los experimentos de polinización manual que se proponían.

Al llegar, para nuestra sorpresa, los arbolitos de Harpalyce estaban florecidos, aunque con pocas flores frescas. Así que pudimos realizar casi todos los experimentos de polinización manual que nos proponíamos.

De flor en flor, como abejas

La mayoría de las flores se encontraban en las ramas altas, por lo que tuvimos que revisar minuciosamente cada planta en busca de ramas bajas en las que trabajar cómodamente. Más de una vez trepamos a los árboles para polinizar las flores, recordando habilidades ganadas en la infancia. Debo reconocer que mis colegas Michel Faife y Liemnys Vázquez me aventajaron en esta misión, aún me falta mucho para ser abeja.

«Este proyecto pretende salvar una de las plantas más atractivas de la flora cubana y devolver el masivo color rojo de “sangre de doncella” a las lomas de San Felipe»

Enma Torres

Coordinadora del Proyecto de conservación de Harpalyce macrocarpa

Profesora de la Universidad Central “Marta Abreu“ de las Villas

No faltaron los encuentros con un bejuco urticante, Platygine hexandra, que nos provocó irritación en la piel; pero nos íbamos recompensados de esperanza. Las flores cubiertas aún tardarán unas semanas en producir frutos, pero el primer paso está dado. Las semillas obtenidas serán empleadas en la propagación de la especie. Este es solo el comienzo. La sabana de San Felipe solo tiene que esperar.

Las flores de “sangre de doncella” continúan su proceso de maduración hasta formar frutos que servirán para su propagación.

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