
Andando por los caminos de la conservación activa
por Edgardo Díaz
Sobre los cenotes de la Ciénaga de Zapata, su primer viaje en barco y muchas experiencias de conservación de plantas, nos narra Edgardo en esta exploración por Cuba.
A diez años de resolver el misterio que ocultaba la Magnolia cubensis subsp. acunae, un equipo de Planta! muestra sus resultados y se fija una meta más alta: restablecer la salud del monte que crece junto a este antiquísimo árbol en Topes de Collante.
Fecha: 09/08/2019
Proyecto: Conservación de especies de montaña amenazadas.
El macizo montañoso de Guamuhaya―Cuba central―es una de las regiones con mayor riqueza de plantas en el país. Sus bosques pluviales atesoran cientos de plantas exclusivas de la zona: orquídeas y árboles, helechos y epífitas de singular belleza. Esta impresionante vegetación, especialmente la que crece bajo el dosel de los árboles, está relacionada en mayor o menor medida con uno de ellos. Un árbol mucho más abundante en el pasado, con flores blancas aromáticas y una madera de dureza excepcional: el mantequero, o como lo denominamos los científicos Magnolia cubensis subsp. acunae.
Esta magnolia cubana está considerada actualmente En Peligro Crítico de extinción. Aun cuando su población incluye más de 400 individuos adultos, su población crece en parches de vegetación fragmentados que una vez conformaron un paisaje ininterrumpido. Sus principales amenazas son la pérdida de hábitat por la actividad agropecuaria y el cultivo del café, la explotación maderera, su baja regeneración natural, la disminución de la diversidad genética en la población y la presencia de especies exóticas invasoras.
Nuestros esfuerzos para conservar la magnolia cubana comenzaron hace diez años, en el verano de 2009. Los trabajadores del área protegida Topes de Collante nos llamaron preocupados: no podían encontrar individuos jóvenes de la especie, solo árboles viejos. Veían semillas en el campo, pero ningún retoño. Algo pasaba con la nueva generación, así que hasta allá fuimos en busca de respuestas.
Acompañado por Duniel Barrios, quien era un botánico en formación en ese entonces, y Julio Léon experto en la flora de Cuba Central del Jardín Botánico de Cienfuegos, llego al verde inmenso de las montañas del Escambray. Juntos revisamos casi cada finca de la zona, pero como ya nos habían advertido, no había rastro de nuevas magnolias. En Topes de Collantes conocimos a Norlys Albelo, Especialista en Conservación del área protegida, quién fue desde el primer día una persona clave en el desarrollo de este proyecto.
Pocos meses después, ya cuando se veían frutos, retornamos a los mismos lugares con Alejandro Palmarola, experto en magnolias cubanas del Jardín Botánico Nacional, para recolectar semillas y probar la germinación. Tratábamos de encontrar una justificación para la ausencia de individuos juveniles en la población natural. Con muchísimo esfuerzo y celo montamos los experimentos de germinación que mostraron que más del 90 % de las semillas eran fértiles. Entonces, ¿por qué no había plántulas en las poblaciones?
Resistiéndonos al desencanto, la búsqueda de una respuesta prosiguió. Así fue que llegamos a una de las fincas más grande y de las mayores productoras de café de la zona. En la finca de Domingo Ramírez, además de su familia vivía Matías, un viejo haitiano que no recordaba su fecha de nacimiento pero aseguraba tener más de 100 años y aún desandaba el lomerío con destreza. «Claro que hay posturas, aquí están» respondió con calma Matías, con la sabiduría que solo aporta la experiencia. En su finca los mantequeros germinaban y se establecían con facilidad, sólo porque él reconocía las plántulas y las cuidaba de la chapea común para el mantenimiento de los cafetales. Fue así, y gracias a la experticia de este «viejo amigo» que hoy ya no nos acompaña, como comprendimos que las jóvenes magnolias eran cortadas durante las labores de limpieza regulares de los campos de cultivo.
Este fue un paso esencial para diseñar el proyecto de conservación del mantequero, que comenzó enseñando a los habitantes y trabajadores del área a identificar las plántulas gracias a los detalles proporcionados por los propios conocedores locales. Luego se extendió a la creación de viveros que producen nuevas plantas para reforzar las poblaciones naturales. Con el entrenamiento de los técnicos y voluntarios locales en manejo forestal y técnicas de propagación, la comunidad se fue involucrando. Hoy los resultados superan con creces las expectativas iniciales y cada actor de la localidad juega su papel esencial.
El trabajo conjunto, al que habría que sumar el aporte de muchos estudiantes universitarios, ha permitido triplicar el tamaño inicial de la población de esta magnolia cubana. De manera estratégica, se han sembrado individuos en las plantaciones de café para, en el futuro, puedan dar sombra a este cultivo, y también en jardines de instalaciones turísticas del área como atractivo natural y orgullo de los pobladores.
Casi una década después de aquel primer día ya las magnolias sembradas en 2010 florecen. La buena noticia nos las comunicó Norlys Albelo, nuestra colega y amiga del área protegida, que ha sido partícipe de todo el proceso. Es un momento especial de festejo para todos los implicados, pero también para recapitular sobre lo que hemos logrado y las acciones futuras. Sin dudas, estamos cambiando el rumbo de esta especie y con ella creando una cascada de vida para la flora y la fauna que de ella dependen. Será esa la fuerza que nos impulse a alcanzar lo imposible.
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