Hasta la fecha se han sembrado en sus hábitats alrededor de 800 aguacates cimarrones. Una cantidad notable si tenemos en cuenta que en Cuba quedan menos de 2 000 individuos y, de ellos, menos de 200 son juveniles. La meta, sin embargo, es llegar a 10 000, algo aún lejano pues esta es una especie difícil de reproducir.
Hoy sabemos que en Varadero (afamado polo turístico de Cuba) está la mayor población de aguacate cimarrón, y en Holguín la mayor cantidad de juveniles. En Maisí (extremo oriental de la isla) se encuentra la segunda población más grande, pero desde que el huracán Matthew en 2016 derribó el 20 % de los individuos los que quedaron en pie no han dado frutos. Los trabajadores del área, con Alexis Morales al frente, colectaron esquejes de las plantas que iban a morir, los sembraron y sobrevivieron. Esperamos con ansias que esas nuevas plantas fructifiquen para que el ciclo de la vida se repita.
Amado Legrá en su natal Baitiquirí no solo ha trabajado en la propagación de la especie a partir de semillas (ha sembrado más de 300), sino que contagia de entusiasmo a esa comunidad. Muchas personas que antes no estimaban el trabajo que él hace, ahora hasta le piden que siembre algún aguacate cimarrón en sus patios.
También se han llevado a la naturaleza unos 500 abrojos. Aunque las poblaciones de Santiago de Cuba han sido diezmadas por el pastoreo, existen otras al sur de Las Tunas y Camagüey con numerosos individuos estudiados. Una de las mayores amenazas de este cactus es la competencia que le ofrece el marabú, planta exótica invasora que ocupa grandes extensiones de su hábitat natural.