
Andando por los caminos de la conservación activa
por Edgardo Díaz
Sobre los cenotes de la Ciénaga de Zapata, su primer viaje en barco y muchas experiencias de conservación de plantas, nos narra Edgardo en esta exploración por Cuba.
Desde Baracoa, la ciudad Primada de Cuba, Arlet nos cuenta de su visita a viveros de Magnolia minor, planta endémica y amenazada de nuestra flora. Con el aroma exquisito de las magnolias en el monte nos llega el recuerdo de la cultura taína, en una región donde su huella es más fuerte.
Fecha: 05/07/2019
Proyecto: Conservación de especies de montaña amenazadas.
¿Cuántas muchachas como yo, pero de piel cobriza y pelo muy negro, fueron enamoradas con magnolias antes de que todo esto se llamara Cuba? Tengo esta idea fija al acercarme a Baracoa, en el extremo oriente de la Isla, una de las regiones donde la huella de nuestro pasado indígena es más palpable. Vengo con otro equipo de Planta! a chequear el estado de viveros en los que crece Magnolia minor, árbol exclusivo de nuestro país, y a buscar nuevos individuos en la naturaleza.
La ciudad de Baracoa está situada entre los ríos Miel y Macaguanigua. Ostenta el título de Primada de Cuba, pues fue la primera villa establecida por los españoles en la Isla. Además de ricas tradiciones musicales y culinarias, hay en toda la región exuberantes bosques, llenos de plantas valiosas. En ellos vive Magnolia minor, una de las seis especies de este género con caracteres primitivos que son nativas de Cuba.
El cañón del río Yumurí es una joya natural: cuatro kilómetros de farallones rocosos y abundante vegetación acompañan el curso de agua. Cuentan los baracoesos que los indígenas solían lanzarse desde esas cumbres para evadir con la muerte el yugo esclavista.
Vamos en bote hacia la desembocadura del río, en donde está la entrada al área protegida. No existe más camino que estas aguas color esmeralda. La subida a la estación de Belete se hace por un sendero sinuoso de casi 6 kilómetros que bordea o cruza un sinfín de veces el Yumurí.
Al llegar, encontramos que el vivero de la estación está listo, un gran esfuerzo de los trabajadores locales. Sin embargo, aún las magnolias que crecen a orillas del cañón no han fructificado y por eso no contamos por el momento con nuevas plántulas. Ello no será por mucho tiempo, pues los especialistas del área siguen monitoreando las plantas en espera de sus semillas. Para nosotros, conocer este paraje valió el esfuerzo de alcanzarlo.
Después de trabajar en localidades próximas a Baracoa salimos para Yamanigüey, un poblado costero a pocos kilómetros de la ciudad minera de Moa. Pocos lugares en Cuba pueden preciarse de ser tan bellos como este sitio de pescadores y mineros. Contra el intenso calor, los deliciosos ríos y el mar de aquí son una bendición a cualquier hora.
Estudiante de Biología, Universidad de La Habana
Sesenta especies de aves son nuestra banda sonora mientras buscamos ejemplares de Magnolia minor no reportados aún, así como semillas en aquellos árboles de los que tenemos registro, viejos amigos que nos reciben con su fragancia inconfundible.
Recorrimos la desembocadura de los arroyos Yarey y La Hoya, en la que encontramos 11 nuevos individuos. En el célebre Yunque de Baracoa localizamos tres ejemplares, y en Yumurí del Sur, dos. Allí establecimos contacto con un campesino que dice conocer una población de cinco árboles más. Por cuestiones de tiempo, visitar este misterioso quinteto quedó pendiente para la próxima expedición. Un perfecto motivo para regresar.
por Edgardo Díaz
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por Eldis R. Bécquer
En la reserva Cupeyal del Norte, en el oriente de Cuba, una expedición de Planta! sigue el rastro de tres especies perdidas y de una tal vez nueva para la ciencia.